Testimonio del Doctor Bernard Nathanson
Texto completo de la carta abierta del Dr.
Bernard Nathanson (1992):
Soy responsable directo de 75.000 abortos, lo que me empuja a dirigirme al público
poseyendo credibilidad sobre la materia.
Fui uno de los fundadores de la Asociación Nacional para Revocar las Leyes sobre el
Aborto en los Estados Unidos, en 1968. Entonces una encuesta veraz hubiera establecido el
hecho de que la mayoría de los norteamericanos estaban en contra de leyes permisivas
sobre el aborto. No obstante, a los 5 años conseguimos que la Corte Suprema legalizara el
aborto, en 1973. ¿Como lo conseguimos? Es importante conocer las tácticas que
utilizamos, pues con pequeñas diferencias se repitieron con éxito en el mundo
Occidental.
Nuestro primer gran logro fue hacernos con los medios de comunicación; les convencimos de
que la causa proaborto favorecía un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas
veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las
publicamos en los medios; según ellas el 60% de los norteamericanos era favorable a la
implantación de leyes permisivas de aborto. Fue la táctica de exaltar la propia mentira
y así conseguimos un apoyo suficiente, basado en números falsos sobre los abortos
ilegales que se producían anualmente en USA. Esta cifra era de 100.000 (cien mil)
aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los medios de comunicación fue de
1.000.000 (un millón). Y una mentira lo suficientemente reiterada, la opinión pública
la hace verdad.
El número de mujeres que morían anualmente por abortos ilegales oscilaba entre 200 y
250, pero la cifra que continuamente repetían los medios era 10.000 (diez mil), y a pesar
de su falsedad fue admitida por muchos norteamericanas convenciéndoles de la necesidad de
cambiar las leyes sobre el aborto.
Otro mito que extendimos entre el público, es que el cambio de las leyes solamente
implicaría que los abortos que se practicaban ilegalmente, pasarían a ser legales. Pero
la verdad es que actualmente, el aborto es el principal medio para controlar la natalidad
en USA. Y el número de anual de abortos se ha incrementado en un 1500%, 15 veces más.
La segunda táctica fundamental fue jugar la carta del anticatolicismo.
Vilipendiamos sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de
retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del "malvado" principal
entre los opositores al aborto permisivo. Lo resaltamos incesantemente. Los medios
reiteraban que la oposición al aborto procedía de dichas Jerarquías, no del pueblo
católico; y una vez más, falsas encuestas "probaban" reiteradamente que la
mayoría de los católicos deseaban la reforma de las leyes antiaborto. Y los tambores de
los medios persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía
su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos proaborto eran los inteligentes
y progresistas. El hecho de que grupos cristianos no católicos, y aún ateos, se
declarasen pro-vida, fue constantemente silenciado.
La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar, cualquier evidencia científica de
que la vida comienza con la concepción.
Frecuentemente me preguntan que es lo que me hizo cambiar. ¿Cómo pasé de ser un
destacado abortista a un abogado pro-vida? En 1973 llegué a ser Director de Obstetricia
en un gran Hospital de la ciudad de Nueva York, y tuve que iniciar una unidad de
investigación perinatal; era el comienzo de una nueva tecnología que ahora utilizamos
diariamente para estudiar el feto en el útero materno. Un típico argumento pro aborto es
aducir la imposibilidad de definir cuando comienza el principio de la vida, afirmando que
ello es un problema teológico o filosófico, no científico.
Pero la fetología demuestra la evidencia de que la vida comienza en la concepción y
requiere toda la protección de que gozamos cualquiera de nosotros.
Ud. podría preguntar: ¿Entonces, por qué algunos doctores, conocedores de la
fetología, se desacreditan practicando abortos?
Cuestión de aritmética: a 300 dólares cada uno, un millón quinientos cincuenta mil
(1.550.000) abortos en los Estados Unidos, implican una industria que produce 500 millones
de dólares anualmente. De los cuales, la mayor parte van a los bolsillos de los doctores
que practican el aborto.
Es un hecho claro que el aborto voluntario es una premeditada destrucción de vidas
humanas. Es un acto de mortífera violencia. Debe de reconocerse que un embarazo
inesperado plantea graves y difíciles problemas. Pero acudir para solucionarlo a un
deliberado acto de destrucción supone podar la capacidad de recursos de los seres
humanos; y, en el orden social, subordinar el bien público a una respuesta utilitarista.
Como científico no creo, yo sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción.
Y aunque no soy de una religión determinada (*) creo con todo mi corazón que existe una
divinidad que nos ordena finalizar para siempre este infinitamente triste y vergonzoso
crimen contra la humanidad.
(*) Nota de Javier: 4 años después, en 1996, Bernard Nathanson se bautizó en la Iglesia Católica. El Dr. Nathanson falleció el 21 de febrero de 2011.
Bernard Nathanson en el VII Congreso Internacional de Conversos
El Dr. Bernard Nathanson dio un giro en redondo en su trayectoria el día en que vio latir el corazón de un embrión en un monitor. Desde entonces es uno de los mayores defensores del derecho a la vida. Convertido al catolicismo, su trabajo pro vida le sale "del corazón y del alma, no sólo del cerebro".
Cuando una persona se presenta a sí misma delante de un aforo de 1.000 oyentes diciendo con gran serenidad: "Soy responsable de 75.000 muertes, tienen delante de ustedes a un genocida", te invita a pensar muchas cosas. Esto sucedía en el VII Congreso Internacional "Camino a Roma", promovido por Miles Jesu, que reunió en Ávila a personas que se han convertido al catolicismo provenientes de todo el mundo.
Las palabras que anteceden las pronunciaba
el doctor Bernard Nathanson, médico abortista, promotor de la legalización del aborto en
EE. UU. Converso de la fe judía al catolicismo, fue bautizado en la catedral de San
Patricio de Nueva York el 9 de diciembre de 1996.
Poder asistir y escuchar las conferencias de este congreso ha sido un poderoso estímulo,
una gran gracia. Oír a la archiduquesa Alexandra de Austria, a su marido y a su hijo,
manifestar públicamente su fe y defender la España católica, anima a vencer respetos
humanos en la defensa de tan altos ideales. Tras su conferencia me dirigí a su alteza
real para felicitarla por manifestar públicamente su fe, pues pocas personas de su rango
social son valientes para testimoniarla en una sociedad en que predomina la frivolidad,
tanto en los altos estamentos como en los más sencillos.
Su eminencia el cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el
Clero, puso de manifiesto la necesidad de la unidad para la subsistencia de la Iglesia,
unidos al Papa, a la Iglesia católica. Igual que no puede subsistir un cuerpo con dos
cabezas, la Iglesia que no esté unida a la cabeza no subsistirá. En los momentos
actuales en la que cualquier persona se erige en árbitro para cuestionar la doctrina de
la Iglesia y a su cabeza el Papa, nos reafirma en el camino de la fidelidad a la
jerarquía de la Iglesia.
El Dr. Marshner, teólogo, converso del luteranismo, en su brillante exposición, refutó
una por una las herejías que a través de los años han ido surgiendo en las que se
cuestionaba a la Virgen María y a la Eucaristía, principales escollos con los
protestantes. Cuando cualquier persona se atreve con descaro inimaginable a atacar a la
doctrina de la Iglesia y a su cabeza visible, el Dr. Marshner nos ayuda a sentir que
"por el mismo Espíritu y Señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y
gobernada nuestra santa madre Iglesia" (san Ignacio).
Gratificante fue escuchar las conversiones de diferentes personas, de culturas y
religiones distintas. Oyendo estos testimonios te das cuenta de la vitalidad de la
Iglesia. Contemplar el panorama actual, donde se ridiculiza cuanto hace referencia a la
Ley de Dios y a la Iglesia, donde cada vez se constata un laicismo mayor, puede
ocasionar desánimo y pesimismo. Pero no debe ser así, en todos estos testimonios se puso
en evidencia que Dios va concediendo gracias actuales para la conversión, va llamando a
cada uno de una manera diferente, adaptándose a nuestras preferencias. Corresponder a
estas pequeñas ocasiones hará de nuestra alma el terreno labrado, dispuesto para que,
cuando caiga la semilla, pueda dar fruto abundante. Los testimonios de los jóvenes
convertidos fueron emocionantísimos. Al joven David Rey, de padre musulmán y madre
baptista, que se había movido por el mundo de la
música rap, con todo lo que ello comporta, lo primero que le llamó la atención, ya en
su infancia, fue la Navidad que en su casa no se celebraba. De
adolescente, fue un tele-predicador lo que despertó en él el ansia de conocer a Cristo y
su iglesia. David Hess, católico, pero que sólo acudía a misa para estar con su novia
pensaba que cuando se casara ya podría dejar de asistir, pero lo convenció la firmeza de
su mujer y regresó a profundizar el conocimiento de la fe católica.
El último joven ponente fue un chico español, Luis Fernández, católico, que recordaba
a su padre rezando por el Papa. Se apartó de la Iglesia y cayó en las redes del New Age,
que preconiza el control de todo: tú eres Dios. Por la lectura de la Sagrada Escritura y
en concreto estas palabras de la carta de Santiago: " Y no por la fe solamente se
justifica el hombre", y también por los foros desde Internet, se fue acercando al
cristianismo. Pero era tal su rechazo a la fe de sus padres que se decantaba por los
ortodoxos. Sin embargo, al acudir a Lourdes con su madre enferma, dio el viraje
definitivo: "Entré en la gruta con una madre y salí con dos". La intercesión
de la Virgen María lo llevó a los brazos de la santa Madre Iglesia Católica.
Todos los conferenciantes coincidieron en que llegaron a la fe no por obra del raciocinio
sino por el acicate vivificante de la llamada, por la acción de la gracia. Un día Dios
les concedió esa gracia y fueron fieles. Besados por su paz, se convirtieron en hombres
nuevos.
En realidad todos los que hemos dado con Dios somos unos convertidos a Él: Unos vueltos
hacia su rostro. Me di cuenta de la misericordia de Dios conmigo. Me dio el don de la
gracia a las pocas horas de nacer al recibir el bautismo en la misma sala de partos y me
ha dado una familia sanguínea y otra espiritual. La Unión Seglar que fundó el padre
Alba, me han ayudado a guiarme y mantenerme en el extraordinario don recibido. El Dr.
Nathanson en su escalofriante exposición tuvo un tono sereno. Haber cometido una
atrocidad semejante es para desesperar, pero el doctor a pesar de los asesinatos
cometidos, de los que ciertamente no estaba orgulloso, tenía gran paz. Es el gran
misterio de la Redención. Cristo obtiene el perdón de mis pecados muriendo en la Cruz.
¿De dónde viene tanta gracia? La respuesta, la tuvimos un grupo de congresistas cuando
fuimos al monasterio carmelitano de La Encarnación a saludar a la hermana Macarena Alba
del Niño Jesús. Estaba radiante de felicidad, "llena de Dios" como decía de
ella una hermana mayor. Estas monjas recluidas entre las cuatro paredes de un convento,
con sus trabajos, oraciones y su vida ofrecida al Señor son las que nos alcanzan las
gracias para volver a Dios o para llegar a Él, y para perseverar.
¡ Bendito sea!
Texto de María del Carmen de Fuentes Guillén (Revista Ave María, nº 683, Febrero de
2003)
TESTIMONIO DEL DOCTOR BERNARD NATHANSON
Como ha reseñado María Carmen de Fuentes, médico también, el doctor Bernard Nathanson participó en el congreso de conversos "Camino a Roma" celebrado en Ávila (España) del 8 al 10 de noviembre de 2002. Dio un testimonio impresionante en el que se presentó como "asesino de masas" y "responsable de la muerte de 75.000 niños inocentes".
Ahora consagra sus energías a la defensa de
la vida humana.
Explicó que dirigía la "mayor clínica abortista de Occidente, en Nueva York.
Tenía 35 médicos a mi cargo, con 85 enfermeras. Hacíamos 120 abortos cada día en 10
quirófanos... Durante los 10 años en que fui director, realizamos 60.000 abortos.
Además, supervisé 10.000 y personalmente realicé 5.000. Tengo 75.000 muertes inocentes
en mi haber".
Conocido como el "rey del aborto", "tenía barcos, avionetas, fincas,
mujeres... pero era todo en base a una gran mentira, la mentira de que la persona en el
vientre materno no vale nada", reconoció.
Hijo de un prestigioso médico judío especializado en ginecología, "me crié
judío, 3 veces a la semana iba a la escuela judía. Mi padre, educado como judío pero
alejado de la fe, me preguntaba por lo que yo aprendía, se reía de mí y ridiculizaba lo
que me enseñaban... A los 13 años, tras la ceremonia de entrada en la vida adulta
judía, dejé de acudir a la sinagoga. Era un judío ateo".
Así describió el primer eslabón de una cadena interminable: "Tuve mi primera
experiencia con el aborto en la universidad. Mi novia se quedó embarazada, y nos parecía
imposible casarnos. Mi padre me dio dinero para pagar el aborto, ilegal, que se complicó.
Ella estuvo a punto de morir. Yo la cuidaba, y me llenaba de indignación social contra el
aborto ilegal".
"Años después continuó otra novia mía se quedó embarazada. Ella no quería
abortar pero yo la persuadí. Quería el mejor abortista, y ése era yo: lo hice y así
ejecuté a mi propio hijo, fríamente, sin sentimiento, otro procedimiento quirúrgico
más para mí".
El Dr. Bernard Nathanson fue cofundador de la Liga de Acción Nacional por el Derecho al
Aborto: "Tuvimos éxito: en dos años conseguimos destruir la ley de Nueva York que
penalizaba el aborto desde 1829. Pero el aborto legal no bastaba: debía ser barato,
seguro y humanitario... En esa época no sabíamos nada del feto, no teníamos forma de
medirlo, ni verlo, ni confirmar su humanidad. Nuestro interés se centraba en la mujer, no
en el bebé, pero cuando dejé la clínica y fui director de obstetricia en el Saint Luke
Hospital de Nueva York, algo cambió... Allí empezábamos a tener la tecnología con la
que hoy contamos. Por primera vez pudimos estudiar al ser humano en el vientre y
descubrimos que no era distinto de nosotros: comía, dormía, bebía líquidos, soñaba,
se chupaba el dedo, igual que un niño recién nacido. La verdad era que esto era un ser
humano con dignidad, dada por Dios, que no debía ser destruido o dañado".
El médico se convirtió a la defensa de la vida después de estudiar al feto durante 3 ó
4 años:
"Cuestioné el aborto con conferencias e hice dos películas. En una se veía un
aborto real, un niño de 12 semanas aspirado hasta la muerte. Se veía cómo le
succionaban brazos y piernas, se rompía el tórax, etc. Era muy fuerte... Los pro aborto
dijeron que era un montaje. Les he animado siempre a que, si piensan así, hagan ellos su
propia película de un aborto real, con sus propias imágenes. Nunca lo han hecho, porque
saben muy bien lo que se vería".
Pero a la transformación de Nathanson faltaba todavía algo importante, según él mismo
relata:
"A principios de los ochenta yo tenía dinero, propiedades, bodegas, tres matrimonios
fracasados, un hijo trastornado y 75.000 víctimas... Negaba que hubiese otra vida, pero
sabía que la había. Deprimido, pensaba en el suicidio. Conocí entonces a un sacerdote
pro vida y empezó un diálogo de siete años. Él fue mi guía, mi Virgilio en el
infierno... Me convencí de la verdad, de que la gran mentira ya no dominaba mi vida.
Ahora mi trabajo pro vida salía del corazón y del alma, no sólo del cerebro".
"A menudo se plantea el tema del aborto como libertad de elección de la mujer. Pero
una persona no puede elegir quitar la vida a otra. No es posible hablar del derecho a
elegir, porque se trata del mandamiento, " ¡No matarás!".
Texto de A. M. (Revista Ave María,
nº 683, Febrero de 2003)
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